22 de noviembre de 2012

Perfección.

Les quería subir este escrito que me encontré no me acuerdo en donde, pero me encantó. Luego les subo el dibujo que hice de acuerdo a esto. Espero les guste.


La cortina de la habitación caía abierta de par en par con ligerísimas ondulaciones, haciendo que la luz entrara penetrante y alumbrara hasta la zona más apartada de la habitación; mientras una chica estaba frente al espejo, sin nada más que ropa interior viendo el reflejo de lo que más odiaba: a sí misma. 

Se preguntaba ¿qué es lo que la hacía tan imperfecta? Su cuerpo era pequeñisimo, parecía ser un esqueleto; no importaba lo que comiera ella siempre era delgada como si tuviera anorexia, sus ojos eran oscuros, sin profundidad y grandes como los de un sapo que acecha su alimento, su irregular nariz, sus pálidos labios. Nada la hacia deseable, absolutamente nada.

-Me falta perfección- susurro para si misma mientras se dejaba caer en el piso con lágrimas corriendo por sus mejillas, no había quién la ayudara a no caer en el abismo, no había una mano. ¿Amigos? ¡Qué va! Sus únicos amigos eran esos dos pequeños audífonos que le proporcionaban música para poder largarse de la insoportable realidad.


Quería que todo terminara, que ya no hubiera más sufrimiento; o más simple, cambiarse a si misma por alguien perfecta. Pero eso era imposible, lo sabía, tendría que aceptarlo y vivir como era, vivir.


Sus ojos recorrieron la habitación grabando cada lugar, cada detalle de la misma y luego sus ojos se detuvieron en una pequeña caja blanca con una gruesa cruz de color rojo: el botiquín de primeros auxilios.

Se arrastró por el suelo rugoso hasta ella, no había fuerza alguna en aquellos momentos que le permitiera utilizar sus piernas, estaba desecha, con un fuerte dolor en el alma.
Tomó la caja entre sus manos y jugueteó con ella por unos instantes, luego, sin más la abrió. Como se lo esperaba, allí había pastillas, ungüentos, vendas y demás instrumentos que ayudarían  en casi de una emergencia; pero lo principal eran las pastillas de todos los colores, de diferentes marcas, para diferentes usos. Sobredosis.

Abrió los frascos de uno en uno, regando las pastillas de estos sobre la alfombra. Después las observo como si fueran de oro. Primero fueron tres, luego ocho y luego ya ni siquiera las contó, solo esperaba que su cuerpo las rechazara para poder terminar con lo que llamaban vida.

Su estómago dio un fuerte vuelco, sus órganos estaban gritando algo; tuvo que levantarse obligadamente y correr hasta el baño para poder devolver lo que había ingerido.

-Mierda, esto no tenía que haber pasado- murmuró y con un puño cerrado golpeó el piso de gastada cerámica. Pero de pronto algo pasó, sus ojos veían una espesa neblina cubrir el baño, sus brazos tuvieron que sostener el piso para que este dejara de moverse y sus piernas ya no seguían sus órdenes.

Estaba recostada en el piso mientras la niebla la envolvía y una espesa negrura la obligaba a cerrar sus ojos. Algo, tal vez su cerebro, la estaba llevando por un largo paseo, un bello lugar donde no necesitaba ser otra persona para ser perfecta, allí se sentía tal y como era y así era feliz.

Para cuando su madre la encontró ya era muy tarde, su cuerpo estaba frío, pálido y sin vida.

Espero que le haya gustado tanto como a mi. 


Las quiero mucho Princesas.


-Maria♥ (@AyMelanie)